José Ramón Ruisánchez Serra
Mucho tiempo
conté
en la cama.
No contaba
ovejas ni ningún otro animal
del tótem de los sueños.
Mucho tiempo,
de noche
muy solo
sólo
contaba números.
Mucho tiempo,
no conté
(con) tus números
––y no quiero decir
que contaba en otro idioma
(aunque también
puede
que sea verdad).
Esto no trata del hecho
biensabido
de que el último tesoro que rendimos
son los nombres sagrados de las cifras.
(Siento desilusionarte pero
esto no
es una pedagogía sino una
canción de cuna.)
En cuanto la noche era mía
contaba
mucho tiempo.
De noche
cada noche
contaba
intentando alcanzar
números que nunca
había tocado
antes.
Era como probar
una fruta nueva.
Era como caminar
más allá de los últimos límites del parque.
Era como leer un libro nuevo, inusitadamente difícil.
Sólo que
aún no había leído libros
ni había salido solo de mi casa
ni había besado nunca a nadie.
II
Mucho tiempo
recé
antes de dormirme.
Mezclaba el susurro hipnótico
y hermético que había aprendido en catecismo
con ruegos personales
: no pedía por mí
sino contra mis miedos
Rezaba
en círculos que se extendían
desde mi familia
hacia el mundo
amplio
y frágil
y abstracto.
Mucho tiempo
me preocupó la Tierra
y la quise
en secreto
como a la
gorda bonita
de la clase.
No me daba miedo
el apocalipsis nuclear
sino cómo al
Dios
que me habían
inculcado vagamente
no le preocupaba gran cosa la ecología.
Era un viejo que había
creado y
puesto en marcha
el mundo
para después
olvidarlo santamente.
Mucho tiempo
recé
tratando de mitigar el destino
cada noche.
Así dejé de ser el niño
pitagórico y me convertí en el católico
melodramático
que fui durante
mucho tiempo.
III
Mucho tiempo
oí música
en un walkman
que no era Sony.
No tenía mucha música.
El estéreo de mi casa
no grababa los discos
a casette,
y la verdad tampoco
teníamos
tantos discos.
Mi walkman
chasqueaba tan fuerte
cuando la cinta llegaba a su final
que muchas veces
me despertaba sobresaltado.
Así mucho tiempo
oí radio.
Aún había
radio.
Quería que me gustara
el heavy metal
o por lo menos el rock más macho
pero de noche
en secreto
me entregaba
a las más tristes canciones de amor
que no se trataban de mi vida
por entonces.
Cómo añoraba
que esos dolores prodigiosos
fueran míos,
la intensidad del malamor,
y sus heridas.
Me tomó mucho tiempo aprender
no a
cantar sino a ser
triste.
Recuerdo
aún muchas canciones
que me hacen
llorar por dentro
y amarte.
Pero esta no es mi rocola
ni un mixtape
ni mi playlist de hoy
esto es solamente una balada.
IV
Mucho tiempo
leí de noche
antes de dormirme.
Unas pocas páginas.
Me encantaba leer
lentamente
y entonces no sabía
que era un don
que con el tiempo perdería.
Mucho tiempo
leí un libro
mientras trece libros esperaban
como apóstoles
o lobos.
No era suspesticioso
y no creía en la mala suerte.
Mucho tiempo
leí
sin meditar en los libros que leía
o planeaba leer.
Estaban ahí.
Como un equipo deportivo
o un círculo mágico
de hongos.
Sólo compraba uno nuevo
cuando había terminado
el que leía.
Me tomó
mucho tiempo
releer
un libro.
porque durante
mucho tiempo
nunca olvidé
un libro.
Mucho tiempo
fui un concienzudo
y monógamo
y flamante ateo.
V
Llevo
mucho tiempo
sin poder dormir.
Culpé al café
y al mate
y me puse a tomar té
de menta
por las tardes.
Cuatro o cinco hojas
de la sanísima mata
que nunca la vi plantar,
y agua hervida
en la misma taza
cada tarde
con una chucharada de azúcar.
Elijo las hojas con cuidado
y las corto con respeto
intentando no lastimar
la planta
que puso en mi balcón
antes de irse.
Y mientras se mezclan
atardecer y anochecer
con la esperanza
de dormir mejor.
pero
ya no sé contar
o rezar o leer oyendo música
desde hace
mucho tiempo.
José Ramón Ruisánchez Serra (Ciudad de México, 1971). Vive en Houston. Ha publicado cinco novelas, como Nada cruel (2008) y ensayo personal como Pozos (2015). Ambos publicados por ERA. También es el coeditor, con Ignacio Sánchez Prado y Anna Nogar de A History of Mexican Literature (2016) y A History of Mexican Poetry (2021) para Cambridge University Press. De tarde en tarde se convierte en Ramonjo Serra.
Otro poema suyo en El Nieuwe Acá: Vida de los poetas