Alejandra Szir Julián Axat
EL PRESENTE
Revolver revólver, revolvimos revólveres. ¿Quién sabía de quién? Yo de ustedes no sabía, hasta que los leí hace como un mes.
En mayo de 2018 escribí para un ejercicio de una tertulia literaria un poema que fue publicado en El Nieuwe Acá (11/4/2019). Desde el verso 33:
el río se revuelve en su barro
pero si lo llamaste río
revolver también es mover.
Revólver
lago porque es quieto
Leer: ni perla ni barro ni plata
Recientemente, unas semanas atrás, recibí de Argentina los dos libros de poesía de Fernando Araldi Oesterheld. Me los llevé para leer en un viaje largo en tren y ahí encontré el siguiente verso:
Por qué revolver en el sentido de revólver.
(El sexo de las piedras, 2014, Buenos Aires: Mansalva, p. 30).
Me sentí culpable de plagio, de apropiación. Pero juro por todo lo que se pueda que yo no había leído a Araldi Oesterheld. Emiliano (Tavernini) podría dar fe y tal vez mi gmail o mi whatsapp, si he conservado el correo donde él me cuenta que leyó los libros El sexo de las piedras y Un veneno de sí (2016) y que va a entrevistar al autor. Mi reacción fue: no lo leí y me interesa. Es así como conseguí que me trajeran los libros.
Y se nos agrega otro revolver revólver más, aunque este tiene, sin lugar a duda, que ser un homenaje. Porque Julián Axat tendría que haber leído a Araldi Oesterheld, está muy enterado de lo que escribimos los hijos. María Ester Alonso Morales me envió un texto suyo, un comentario para el nuevo libro de Axat, Cuando las gasolineras sean ruinas románticas (2019, City Bell: Editorial Prueba de Galera). Como le dije que todavía no lo había leído, me mandó el pdf por mail. Me topo con:
De qué miseria o fisura que la bordea
salgo a meterme yo y revolver
y no naturalizar -cada vez- revólver
(Los tres primeros versos de “Inflama”, p. 24).
No le pregunté todavía a Julián si está homenajeando a Fernando. No hay ninguna referencia a Araldi Oesterheld en el libro. Pero tal vez, en el ambiente de la literatura hijística, del temita, o como le queramos llamar, revolver revólver está institucionalizado y es por todos conocido quién fue el primero. Incluso podría ser que Araldi Oesterheld esté citando a otro que desconozco.
Para Julián no creo que haya estado en el ambiente; alguna vez le tendré que preguntar, si fue una decisión consciente. En una de esas va más allá de nuestras voluntades, los revólveres revueltos son de todos. En mi caso concreto, en 2018, recibí algo que Fernando Araldi Oesterheld escribió en 2014. Sin haberlo leído, simplemente me llegó del aire y lo metí en un poema que no tiene nada que ver con el de él. Lo único en común es una pérdida, un dolor, él es lírico, yo rabiosa.
La lucha armada, la guerrilla, usaba revólveres y nosotros revolvemos. Recontra volvemos con la poesía o intentos, balbuceos, autobiografías, lo que podamos.
Estamos presentes, somos presente y es nuestro presente, nuestro dar al futuro y al ahora. No somos ni mejores ni peores, es lo que nos tocó. Y algunos tocan mejor que yo y a veces me conformo un poco con lo que toco cuando revuelvo.
Alejandra Szir, julio-agosto de 2019, Delft, Países Bajos.
EL FUTURO
Hijos sería algo así como una comunidad confesable, de pertenencia algo pública, una entidad cuyos miembros varía, y su carnet una incógnita que pasó de la filiación sanguínea a la política, y que sigue buscando un lugar que aún no llega a ser, ojalá que sí, tras los juicios, los escraches, el flaco perdón de Dios, los asados y los amores. Todos seguimos ahí de alguna forma, por pasar fugazmente, por acompañar, por haber estado.
Ahora me interesa otro tipo de comunidad, no tan moral, más del tipo invisible o la otra cara de aquella confesable; luna nocturna no por ello privada que ni siquiera termina de ser entidad de algo, o tenga que tener filiación de nada, o acaso llevar trauma y elaboración como mecanismo de escritura. Escribir no necesita de una pérdida. Necesita de una experiencia con el dolor y eso basta para mejorar el ahondamiento de la palabra.
Cuando digo Inconfesable, pienso en Blanchot, y en un tipo de comunidad de desprendimiento (secreta porque se desconoce la pertenencia) que tantea palabras fantasmas que le son comunes y se repiten en los sueños de esos miembros que no saben de su pertenencia a esa comunidad latente, pero que durante la noche son los demonios que se encuentran y se toman la mano para repetir mantras de un pasado que detectaron o transfiguraron en alegorías que ahora hablan del futuro que va a suceder.
Supongamos, como dice Alejandra: Revol-ver-revolver, yo agrego revolveré-revuelta-revolución-revival… la secuencia de no saber que no nos estamos leyendo entre nosotros, pero luego descubrir que estábamos escribiendo entre todos un cadáver exquisito que apuntaba como revolver a lo mismo. Estaba en el ambiente, en el aire que respirábamos, y era inconsciente, pero necesitaba que alguno lo dijera y otro lo repitiera, para después descubrir que todos lo habíamos dicho.
Yo no había leído a Araldi hasta que él se encontró con unos libros míos en un saldo y se los llevó y un día me enteré de él y lo leí, y nos encontramos y ambos habíamos leído lo uno del otro y así… creo que repetimos ciertos mantras que no eran necesariamente el temita. Lo mismo con vos Alejandra con el cuaderno de poemas de las citas allá por el año 2009 en el que tus versos se cruzaban con las pistas de los detectives salvajes que quisimos ser. Nos cruzamos revolviendo el pasado, buscando el futuro que en realidad nos buscaba a nosotros. Como tampoco me queda claro si nuestra descendencia usará revólveres o les tocará revolver, eso a esta altura del partido no se sabe.
Por estos días siento un renacimiento en ese revolver revólver. Los tiempos se agolpan y la esperanza asoma. Los legados son testamentos misteriosos, jeroglíficos extraños, que exigen ser leídos de nuevo. Tanto la comunidad confesable como la inconfesable tienen una tarea por delante. Serán tiempos de reconstrucción.
Julián Axat, City Bell, 17 de agosto de 2019.
Alejandra Szir (Argentina, 1971) recibió una mención en el rubro novela de la Primera Bienal del Arte Joven de Buenos Aires (1989, jurado Adolfo Bioy Casares). Publicó los poemarios extrañas palabras (1998, mención concurso Diario de Poesía 1997), Suecia (2006, segundo premio nacional de iniciación otorgado en 2004 por la producción 1997-98) y Cuaderno (2009), y figura en Poetas Argentinas, 1961-1980 (2007) y Si Hamlet duda le daremos muerte. Antología de poesía salvaje (2010). Para Estudios Neerlandeses y Latinoamericanos en la universidad de Leiden ha investigado sobre el escritor viajero holandés Jan Jacob Slauerhoff. Este trabajo resultó en el ensayo Las fronteras del yo. Entre señoras, prostitutas, indios y gauchos (2017) y la revista-homenaje a Slauerhoff De todos modos la vida entera está perdida (2018), co-editada con Antonio Cruz Romero. Reside en los Países Bajos.
Julián Axat (Argentina, 1976). Publicó: Peso formidable (2004), Servarios (2005), Medium (2006), Ylumynarya (2008), Neo o el equipo forense de la poesía (2012), Musulmán o Biopoética (2013), Rimbaud en la CGT (2014), Offshore (2017) y Cuando las gasolineras sean ruinas románticas (2019). También publicó las antologías Si Hamlet duda le daremos muerte (2010) y La Plata Spoon River (2014). Hasta el 2015 dirigió la colección de poesía Los Detectives Salvajes, de la editorial Libros de la Talita Dorada. Su poesía ha sido traducida al italiano, francés e inglés. Figura en las antologías Resistencia en la tierra (2014), Giovane poesia latinoamericana (2016), Atlas de la Poesía Argentina I(2017) y Antología Federal de la provincia de Buenos Aires (2019).
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