Idalia Morejón Arnaiz
Sexo
1.
A los tres años, en blúmer, descalza, se esconde Poquita Cosa tras los arbustos, muy cerca del jardín donde Norka y Mimita conversan en secreto. Se tapan la boca con las manos, gesticulan en código, se ríen bajito. Poquita Cosa sabe que hablan de sexo y se lo está perdiendo. Tensa sus cuerdas vocales: Mimita puta, maricona, ojalá que te mueras, singáaaaa. Mimita y Norka ríen sobresaltadas, la toleran: precoz hasta en la locura. Y siguen en la risita, sin separar las manos de la boca. Maricona, ojalá que te mueras, puta, intenta repetir Poquita Cosa, pero se va desinflando.
2.
Todos los días a las cinco de la tarde Poquita Cosa se sienta en la poltrona de la sala de Mimita a ver los muñequitos de palo, el Gato Félix y la Betty Boop de los años treinta. Laureano el maestro de sexto grado, el esposo de Mimita, todos los días a las cinco de la tarde se afeita por segunda vez en el día y se da un baño, del que sale apenas con una toalla atada a la cintura. Poquita Cosa lo observa de reojo, él pasa veloz frente a la poltrona, la mira indolente, entra al cuarto matrimonial separando con los brazos las dos bandas de una cortina de algodón floreado que ondea con el vientecito de la tarde. Poquita Cosa se permite contemplar la belleza de Laureano, que deja caer la toalla y se sacude el miembro, lo endurece con caricias, lo golpea suavemente contra la puerta entreabierta del escaparate.
3.
En Covadonga todos duermen la siesta, a menos que haya molienda. Entonces el albergue del central se llena de macheteros extraños que beben ron de alambique a la salida del comedor obrero, y las vías centrales se animan con los camioneros que tocan la bocina cuando pasan frente al portal de alguna guajirita toda hormonas.
Todos duermen la siesta menos Poquita Cosa, que prefiere disfrutar del silencio para explorar el patio enorme, el maíz crecido, las hortalizas, las arecas, la casita donde Norka guarda objetos quebrados, pone a madurar los racimos de plátano, esconde su altar a Elegguá.
Todos duermen la siesta menos Poquita Cosa y Nurys, dueña de un patio frondoso, de un valentierra, un caballo, varios patos, gallos y gallinas, conejos y puercos; ama y señora de Johnny, el enorme perro negro. Corren entre el valentierra y la casita de Elegguá pidiéndose poquitos de sal con sus muñecas en brazos, como madres ajetreadas. Johnny las persigue alborozado mientras corren hacia los hierbazales, más allá de los testigos.
Lesson number one
Uan-tu-tri-for-fai-sis-seben-ei-nai-ten: a cada número un nuevo latido, a cada latido mayor la dureza, mayor el volumen que se tensa entre las nalguitas de Poquita Cosa y la bragueta verde olivo del falso teniente Manuel, prófugo de la justicia revolucionaria, admirado en Covadonga por sus ojos verdes en perfecta combinación con el traje que no le pertenece.
5.
Uno-dos-tres-cuatro-cinco-seis-siete-ocho-nueve-diez-escalones: tun-tun, Lourdes está, pregunta Poquita Cosa desfalecida a las dos de la tarde. Atiende Miguelito el soldadito. (Doce contra veinte. Uno cincuenta contra uno ochenta. Ochenta contra ciento cincuenta). No ha llegado pero llegará… Ella se sienta, comportadita. Le acepta la limonada, se seca el sudor. De aqui para la escuela, dice, al Área Especial de Esgrima. Y la primera estocada no se hace esperar: por el trasero, porque no compromete ni merece moralidad. Él le tapa la boca. Ella quiere aullar. No demoro ni cinco minutos, insiste Miguelito el depravadito. Poquita Cosa no sabe cuánto tiempo es todo aquel tiempo. Se acerca a la escuela pero no puede saltar, ni correr, ni hacer flexiones. Esgrimista sin florete. Regresa a casa. Hace los deberes. Se acuesta temprano creyendo que olvidará.
Idalia Morejón Arnaiz (Santa Clara, Cuba, 1965) reside desde 1997 en Brasil, donde es profesora de literatura hispanoamericana de la Universidad de São Paulo y dirige el sello editorial Malha Fina Cartonera. Publicó entre otros Política y polémica en América Latina (2010), Cartas a un cazador de pájaros (2000), Una artista del hombre (2012), La Reina Blindada (2014) y Cuaderno de vías paralelas (2015).