Fragmentos enteros

Alejo Steimberg

 Tengo un asiento favorito en el tranvía
  
  y no sé
  si debo avergonzarme.
  ¿Qué tipo de persona
  tiene un asiento favorito?
  ¿Un Esclavo
  de vida rutinaria
  o un campeón 
  en el arte de hallar
  su gran comodidad 
  en toda cosa?
  La gente debería
  ir siempre por ahí
  llevando un pin
  de una E o una C.
  Así yo ya sabría
  a que debo atenerme 
  y podría cabalmente
  transformar su discurso
  a su medida.
  Usted debe evaluar 
  si la molestia
  de prepararse el pin
  es mayor o menor
  que la alegría
  de un interlocutor
  que esté de acuerdo.
  Yo me propongo
  darles mi itinerario.
  De ese modo
  serán todos capaces
  de encontrarme 
  y disfrutar así
  de mi elocuencia.
   
  Qué agradable
  que es encontrar personas 
  que piensen como uno
  o eso digan.
  A mí sólo me importa
  eso que dicen.
  Si lo creen realmente,
  nunca podré saberlo
  pues no soy adivino
  y el lograrlo
  no está entre mis deseos 
  más profundos
  ni en los superficiales.
  Estoy seguro
  de que esta información 
  que les transmito 
  es de una importancia sideral
  para ustedes
  y confío
  en que sabrán usarla
  para el bien
  (eso es lo bueno
  de  las cosas inanes:
  es que muy poco el mal
  que pueden producir
  pero grande el honor
  que vehiculizan.
  Y este secreto
  que ofrezco como coda
  no lo cobro.
  Podrán agradecer
  con otro tanto
  de favores tontines
  al que siga). 




Poemas que no nos gustan

 ¿Hay algo peor que estar sentado
 escuchando poemas
 que no nos gustan nada?
 Sí: es escuchar poemas
 que no nos gustan nada
 cortados por discursos
 del o de la poeta
 que traten del origen
 de tal o cual poema.
 Escuchar a un poeta
 que no cree en su poesía,
 que la usa
 como quien usa un balde
 o una bolsa de avión.
 Y tal vez es también 
 igual de malo
 que estar en un teatro
 frente a una obra que nos es insufrible,
 sin recibir la suave indiferencia 
 de la piadosa pantalla de los cines.
 En cruel “en vivo”
 no permite otro escape 
 que el del anotador,
 tan capaz de esconder
 el poema invectivo
 bajo la forma pía
 de las notas urgentes
 de aquel que adora lo que escucha 
 o ve.
 Yo entiendo
 que la poesía pueda ser terapia
 pero eso
 debe ser una excusa,
 un primer puntapié,
 el empujón fugaz
 que echa a rodar la máquina.
 Después, 
 uno toma distancia,
 prepara el ojo crítico,
 del lector de lo propio.
 El que no lo hace así
 le roba a la poesía
 su carácter estético
 aquello que la hace
 ser ello que ella es
 y no otra cosa.
 
 

 Ruego
  
 Por favor sean buenos, no me saquen.
 Aunque no viva más en Buenos Aires,
 y este concurso pida residentes.
 Aunque sea muy joven o muy viejo.
 Aunque no tenga cara de latino,
 o aunque la tenga pero por error
 de ese pibe polaco que confunde 
 mis cejas muy pobladas con las cejas
 que en su cabeza de señor confundido
 son las cejas que un latino tendrá.
 Esas cejas pobladas que me vienen
 de algún lugar lejano, pero mucho 
 más cerca de Polonia que del barrio
 en que vine a nacer.
  
 Por favor sean buenos, no me saquen
 aunque no sea exiliado y me haya ido
 por amor a una novia, cuando todos
 se iban pero mal.
 Aunque no entiendan nada, aunque se sientan
 un poco traicionados porque el poema
 que esperaban leer tanto no cierra.
 Porque no use adjetivos casi nunca.
 Porque quiera seguir un poco más.
 Porque insista, porque siga a mis dedos.
 Porque elija 
 terminar el poema en un momento
 en que debía seguir. 

Alejo Steimberg (Buenos Aires, 1974). Luego de una licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires (Argentina), obtuvo su doctorado en Teoría Literaria por la Universidad de Extremadura (España). Ha sido premiado en distintos concursos literarios y ha publicado en antologías y revistas en papel y en la red en Argentina, Colombia, Bélgica y España. Ha leído en festivales y ciclos de poesía en Buenos Aires, Bélgica y Francia. En 2004 salió su libro p en Ediciones Vox (Bahía Blanca, Argentina) y en 2007 la antología que realizó y tradujo en colaboración con Laura Calabrese: ¿Bélgica? 6 poetas jóvenes de lengua francesa (Vox). Administra el blog El teclado excéntrico, dedicado a la construcción de un mapa de la poesía escrita en español en países de otras lenguas, y el grupo La Internacional de Poesía Expatriada (Facebook). Vive en Bruselas.

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