La educación de las niñas

Tania G. Olmedo

el golpe llega igual, decía mi amiga y yo podía ver en su mejilla que

alguna vez tuvo moretón

habrá dolido pero nunca tuve marca en la mejilla

no es el golpe lo que duele más

sino los círculos que se abren concéntricos a partir del moretón

la carne queda excedida y la onda expansiva sigue desovando su

dibujo

era una tarde y casi llovía desde hacía horas.

en esta tarde puede estar así, a punto de llover y toda el agua

contenida en una bolsa de líquido amniótico cercano a 

reventar

el agua es invisible pero lo ocupa todo

da gusto hablar cuando la amenaza está latente, pensábamos

– una vez me tomé un tren a salta

Estaba enojada y me fui a salta en tren

A los dos días le pedí a mi mamá que me buscara

Entonces ella vino con una muda de ropa y el golpe en la mano

hablamos solo lo necesario. dónde bajar, hacia dónde caminar. Esas

cosa que los perros saben con mirarse y gruñir.

las dos como perras íbamos y yo a la zaga. el moretón florecía en la

mejilla pero más dolía la humillación de no haber sido suficiente

alta o grande o segura

o buena mentirosa para hacerme creer que era todo eso y quedar sola

conmigo en ese lugar lejos de todo lo conocido, del almacenero y el 

hijo del almacenero, de mi vecina de enfrente que siempre mira de

costado, de mi mamá que caminaba ahora toda acelerada envuelta en

su

rabia conmigo, una vida de pueblo lejos de mi pueblo hubiera sido una

gran aventura.

pero las casas pasaron cada vez más esparcidas y pronto a la mañana

estaba la estación de tren en buenos aires.

lo que rasga la bofetada no es la dermis.

una vez mi mamá rompió un vidrio a mi lado, sangraba y el vidrio

esparcido ya no era más ventana. me gritó que eso quería hacerme.

dejarme como vidrio esparcido

y hacerse sangrar la mano para compensar el daño, yo pensé en

tomarme el tren también e irme a salta, juntas hubiéramos podido 

tener esa gran aventura, ser altas y seguras

                                                                     para nadar y nadar   y ahogarnos

y que nadie nos abriera la cara, la carne a golpes.

Poema publicado en las grises (Ediciones La Biblioteca, Buenos Aires, 2013).

Tania G. Olmedo nació en Mendoza, Argentina, en 1974. Reside actualmente en Suecia. Publicó los libros Hard Core (Buenos Aires, Editora Independiente, 2000), Las cantoras (Ed. Tersites, 2006) y en las Antologías 2005, 2006, 2007 y 2008/2009 (Ediciones La Biblioteca). Colabora con Peiper Clab Magazine.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.