Huerfanitos

Daniela Martín Hidalgo

 

Yo no tengo padre,

yo no tengo madre,

yo no tengo a nadie

que me quiera a mí.

Son cubano

 

 

Saliva, babita colgante

de un nuevo intento de.

 

Como en la feria cuando colgaban

los pies, caían los zapatos.

 

¿Sabes qué es la fuerza centrípeta?

Nos lo enseñaron hoy en el colegio.

Los gestos de todos los días, repetiremos.

Yo digo uno, tú dices…

—My general uselessness for any other

purpose in life.

 

Atracciones articuladas, suena la sirena,

los brazos metálicos soltando gas,

la mano sudando contra la barra.

 

Ustedes vienen y entonces él se acerca y dice:

“Es una emergencia, se ruega que abandonen

de inmediato el edificio, repetimos…”.

 

Si la dejas se te pega al cuerpo,

camiseta que constriñe si te dejas.

Operaciones de desincrustación:

No queríamos cambiar la lengua,

queríamos mear en sus capillas,

irrumpir en sus significados”.

 

“Entonces nos hicimos a un lado, intentamos

desde otro lugar formas de ser,

estar bien juntos”.

¿Estar bien juntos o estar bienjuntos?

 

Por favor, dice, no dejes

de metaforizar: rellenar la falta de origen,

cercar recintos familiares, lugares

tranquilizadores por los que salir

con los niños a pasear.

 

Eres hermosa

y tan primorosa

como una rosa

que otrora

fue pringosa.

 

“Lo que digo ahora chucho, detritus,

pedacitos de papel barato

en feria de todo a un euro”.

Mientras los muebles extranjeros,

las cacerolas sucias en el fuego, la

Gran Tradición en la que una se inserta.

 

En realidad fragmentos, trozos

de hueso maxilar encontrado en una cueva,

¿jugamos a otra cosa?

Una flema que cae perpendicular

para medir la distancia del suelo:

¿Hay alguien ahííii?

¿Hay-Alguien-Ahí?

¿Alguien?         ¿Ahí?

 

Pues nada

o todo

nos será revelado: cualquier

forma de juego,

VAYA A LA CÁRCEL. VAYA DIRECTAMENTE

Y SIN PASAR POR LA CASILLA DE SALIDA

Y SIN COBRAR LAS 20.000 PTAS,

O “Hacer visible lo invisible”.

 

Paisajes neorrománticos en los museos,

copias de grabados enmarcados en comedores

de clase

baja.    La poesía es

limitada. La poesía no

sirve para

 

nada

o todo.

 

El ruido en las estanterías

parece el descanso de una obra de teatro:

todos dicen “aquí, aquí”, “yo, yo”.

 

Le dije que no sabía que.

Me dijo que era para lo único que.

Le dije que era como si:

estarse retirando, no ordenar, volver

a la de una, a la de dos y a la de…

“Una ancla bisílaba,

gato por ejemplo,

tazón por ejemplo,”.

 

Y saber sentarse,

conseguir sentarse porque sentarse

es sentarse, permanecer

frente a una pared muy blanca.

 

Es decir, pedazos de habla:

voz-camisa que no

te llega al cuello,

¿Y ahora qué?, preguntas,

agoraqué,

¿pues cómo volver a hablar

cual si fuera un parterre,

un objeto admirable-

mente construido?

Y la falta

de propósitos, el cráter, la

quemadura apagada en el pecho,

 

Dice que cuando lo nombra

el viento cobra otro contorno.

 

“Ya verás”, dice, “repitiéndolas las cosas

también mejoran”.

 

Daniela Martín Hidalgo (Lanzarote, 1980) es licenciada en Filología Hispánica (Universidad Complutense de Madrid) y master en Cultural Studies (Universidad de Leiden). Ha publicado los libros de poesía La ciudad circular (2003), Memorial para una casa (2003) y Pronóstico del tiempo (2015). Después de vivir casi una década en los Países Bajos, en la actualidad vive en Madrid.

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